viernes, 5 de diciembre de 2008

Los números de la miseria

Por Nancy Sáez


La realidad cotidiana de los marginados: un futuro con horizonte de hambre, desocupación e indiferencia.


LOS NÚMEROS DE LA MISERIA


Andrajosos y harapientos. Como personajes sacados de un cuento de terror, miseria y espanto, deambulan por el basural con ojos escudriñadores, revisando una y otra vez centímetro a centímetro la superficie henchida de desechos. Son los marginales, los pobres estructurales, los que no ingresarán jamás al sistema de consumo. Sus cuerpos, acostumbrados a buscar tesoros ocultos, han adquirido ya una mala postura, les cuesta mantenerse erguidos.


Parecen ausentes... inmutables. Inmunes al olor nauseabundo que el mar no ha podido barrer con su impregnante y continua brisa.

Son los anfitriones del lugar. Una familia compuesta por un padre, una madre, una hija de 14 años, otra de 12, el nene de 9 años y la benjamina del "hogar" de sólo 5 añitos.

"Hace 8 meses que vivimos acá" , dice María, señalando un rancho ubicado a pocos metros de la entrada. En efecto, un par de chapas agazapadas y algunas maderas de deshecho conforman una guarida que no alcanza a sobresalir el metro y medio de la superficie.

Han finalizado por hoy su labor diaria, dejando a la entrada de "su casa" las bolsas que minutos antes cargaban sobre sus espaldas. Las cuento, efectivamente hay 6.

"Todos trabajamos" -dicen con orgullo.

"A esta hora (las 7 pm.) igual se encuentran cosas útiles. Aunque si venís en la mañana vas a ver mucha gente que recorre el basural. Ahora sólo estamos nosotros. Los que vivimos acá" .

María me tiende la mano y me ofrece una tierna sonrisa. La tomo y le agradezco su gentileza con otra. Está rodeada por sus hijos ahora. Me he convertido en el centro de sus atenciones. El padre -con un poco más de distancia- mira a su esposa y con un movimiento de cabeza la autoriza a hablar.

"Hace 8 meses que vivimos acá -retoma- pero 5 años que tenemos aquel ranchito, ese que está al otro lado del zanjón, fuera de la cerca. Es que antes no "trabajabamos" acá. Pero cuando no hay trabajo afuera, venimos y trabajamos de esto. Al principio no me gustaba, pero ahora me acostumbré."

El trabajo que María menciona con tanta dignidad, consiste en el rejunte de cartones y botellas básicamente, aunque también suelen recolectar caños, cables y materiales de cobre.

El consejo y las políticas sociales

Comodoro Rivadavia es una ciudad que creció entorno al petróleo, al cerro Chenque y a los inmigrantes. Ha sufrido varias crisis económicas desde su formación. Pero las del año 98 y las del 92 fueron las que más la sacudieron.


Con la privatización de YPF se produjo un gran éxodo de población. Muchas familias que habían llegado del norte en busca de trabajo regresaron a sus tierras de origen.

Durante la crisis del petróleo, producida por la baja internacional del crudo en el año 98, se produjo la segunda gran deserción poblacional ya que también varias familias emigraron por falta de trabajo a otras zonas del país.


Sin embargo, a pesar de todo, Comodoro Rivadavia tiene una población de aproximadamente 149.000 habitantes. De los cuales, según datos del Departamento de Estadísticas de la Provincia, más de 35.800 personas "viven" con necesidades básicas insatisfechas.


De esta alarmante estadística se desglosa que la ciudad afronta hoy una elevada tasa de desocupación. El 13 % de la población económicamente activa no tiene trabajo. Y el 24 % vive en la indigencia.


Según informó al Consejo de Representantes, el Secretario de Bienestar Social, "se necesitaría un presupuesto de 4 millones por año para ayudar a la gran masa de carenciados".


Fríos resultan los números y abstractas las estadísticas, pero más frío, he incomparable, resulta vivir en condiciones infrahumanas como las que padecen en carne propia los habitantes del basural.

Son las 6 am de un día lunes, y ya se ven venir por doquier, entre las mesetas que rodean este campo nauseabundo -cercado más por la miseria que por el alambrado que lo delimita- el ejercito de marginales. Avanzan con paso rápido y seguro, sorteando los coirones y matorrales que se interponen en su camino. Algunos vienen solos, otros con sus hijos pequeños.


Muchos de los padres traen montado en sus hombros a los más chicos, mientras las madres vienen a la par de sus hombres con los niños más grandecitos de la mano.

Se apresuran. Tienen que llegar antes del Camión de La Anónima... Antes que otros.

Se acercan los hombres, las gaviotas se alejan por unas horas del territorio...

La brisa marina se conjuga con el amanecer gris del día otoñal. Rostros duros, narices rojas.


El frío cala los huesos, pero ellos parecen no sentirlo... sólo esperan la llegada del camión que les traerá alimentos.



Mientras espera junto a su madre, Germán de 9 años, juega con la parte superior de un robot verde. Era el mismo que tenía entre sus manos ayer domingo.



"mi hijo va a ser mecánico -dice la madre- siempre junta cosas así con cables y ruedas. Por ahí trata de arreglarlas" - lo mira y sonríe.



El niño ya no escucha. Arrodillado en el suelo fabula darle vida al semi robot. Nunca vio uno completo, pero intuye su andar y rápido movimiento de cintura para disparar. Lo monta sobre un par de piernas de muñeca rota y trata de hacerlo caminar mientras con su boca hace onomatopeyas sonoras que intentan darle vida al juguete.

Sus hermanas ríen. Es el mimado. Es el único varón de la familia.


Carlos tiene 68 años, cabello blanco y piel morena. Usa anteojos. Es el jefe de familia "acá vienen muchos hombres grandes como yo...¿y qué van a ser?...a esta edad nadie nos da trabajo porque somos viejos, así que en estos 2 o 3 años hay muchos como yo que vienen a buscar comida " comenta mientras esperamos que aparezca "el camión salvador" .


María dice estar preocupada por la seguridad de sus niños. "cuando llegue el camión vas a ver que los chicos grandecitos y los más chiquitos corren tras el camión para subirse arriba y estar más cerca cuando descarga.

Eso es peligroso porque en el verano un chico murió atropellado por las ruedas del camión. Estuvo como tres horas tirado ahí"- dice señalando un lugar en la tierra.

"Tres madres de familia nos acercamos para estar con él. Yo le toqué la carita...al amigo no lo vimos más por acá, capaz se lo llevó la Municipalidad, no se.." dice resignada. "¡y que le va a hacer!. Yo tampoco puedo decirles a ellos que no corran detrás del camión porque ellos también desean comer alguna fruta, o pan, o un pedazo de carne. Yo no puedo privarles.... pero me da miedo que tengan un accidente " comenta María.

El triste accidente, que María traía al presente para decirme que temía por la seguridad de sus hijos había ocurrido la madrugada del 22 de febrero, en oportunidad en que el vehículo de la firma Clear descargaba residuos orgánicos del supermercado La Anónima.

Fue así como murió Ceferino Andrés Oyarzún. Indudablemente, su vida era más dura que la mayoría de los adolescentes de su edad. El tenía que buscar restos de alimentos para poder comer. "Con tan sólo 14 años de edad, estaba obligado a cargar con la injusticia de una sociedad enferma, levantando sobras para poder vivir." Había publicado el diario Crónica cuando cubrió la nota.


Sobre mi rostro entumecido por la brisa marina se deslizan pequeñas gotas de rocío matinal. María me había advertido el día anterior que aproximadamente 300 personas venían todos los días al basural.


Tal vez sea así... empiezo a contar en forma mental, llego al 120 y me pierdo en la cuenta. Me quedan muchos más, pero no puedo seguir porque no están quietos, caminan, se desplazan en círculo revolviendo una y otra vez los montículos de desechos del día anterior.


Carlos me cuenta que hace aproximadamente un mes vinieron de la municipalidad las asistentes sociales. "yo les pedí un terrenito en el Estella Marys" me dice.


El barrio Estella Marys está ubicado en el extremo sur este de la ciudad. Vive mucha gente pobre allí: jornaleros, gente que trabaja en la construcción y desocupados.


"mis hijos nunca fueron a la escuela y yo quiero que estudien. Que sean otra cosa" afirma Carlos mirando a sus hijos.


Mariela entorna sus ojos, a pesar de sus 12 años es pequeña y parece de 9. Tiene mirada pícara y ojos profundamente negros.


¿Qué te gustaría ser cuando seas grande? - le pregunto.
Ser maestra - me contesta sin dudar.


¿Por qué? -insisto.


Para conocer todo lo que ahora no conozco -contesta.

Siento en mi interior que el rocío pesa mucho más en mis ojos que el más intenso de los temporales. El camión llegó y los anfitriones del lugar ya no están conmigo. Los observo de lejos...están mezclados con otros. Casi no se pueden distinguir entre la muchedumbre. Noto que se empujan, protestan y se miran enojados unos con otros marcando así su presencia.

A lo lejos, se escucha el ruido de un motor. Otro camión se aproxima. Mientras tanto en el cielo, revolotean las gaviotas....

Las políticas de un sistema excluyente

"La Globalización aumentó la brecha entre ricos y pobres" afirmó Henry Kissinger, uno de los diplomáticos más influyentes de este siglo en una entrevista donde analizó los efectos de la globalización en la Argentina y en el mundo.



"El gran desafío -en Argentina- es que toda la población comparta los beneficios que la elite obtuvo con la globalización. Los indicadores pueden ser muy buenos pero al mismo tiempo la situación social de población es negativa" .


En otro plano de análisis, Robert Castel, sociólogo francés, describe en su libro "Les metamorphoses de la question sociale" (1995) las diferencias entre pobreza y marginalidad. "Quien no está fijado a su tarea, generalmente circula, se desplaza, erra en busca de una oportunidad, o se fija de una manera más o menos provisoria a espacios urbanos más degradados.


La condición del marginal "difiere de aquella del pobre que vive en el lugar, en su lugar. Marginalidad no es pobreza. En la mayor parte de los casos, el pobre está integrado. Su existencia no plantea problemas, él es parte del orden del mundo, en cambio el marginal es un extraño, un extranjero."

martes, 11 de noviembre de 2008

El hijo adoptivo de Comodoro Rivadavia


Por
Nancy Sáez


Don Cipriano Alonso, el hijo adoptivo de Comodoro


No puede hablarse a ciencia cierta de la historia de la Asociación Española ni de la comunidad de Comodoro Rivadavia, sin mencionar a Don Cipriano Alonso.

Quienes recuerdan la figura y el accionar de este hombre lo tildan básicamente como un “hombre visionario”.

Su trayectoria así lo confirma.


Recorriendo los archivos de algunos medios gráficos no puede dejar de mencionarse lo que el Diario El Patagónico dijo en su edición del viernes 07 de febrero de 1986, un día después de su muerte:




“la vida de don Cipriano Alonso, fue la de un hombre que se había ganado el respeto de todos y de su felicidad. Nadie podrá olvidar su mirada recta, su sonrisa permanente, su eterna jovialidad.
Era siempre el mismo muchacho que fabricaba proyectos con los vecinos emprendedores para beneficiar a la comunidad.”



Su vida, su historia.



Don Cipriano había nacido un 16 de septiembre de 1901 en España. Era natural de Soria, de Castilla La Vieja pero arribó a la Patagonia –como polizón de un barco- en el año 1911 a los 10 años de edad.

Sin duda su niñez en Soria fue dura. La vida de su madre se había extinguido cuando él nació y su padre se había vuelto a casar.

Quizá ese sea el motivo por el cual, Don Cipriano, jamás volvió a España.

Entre los varios oficios que tuvo- sin lugar a dudas- el más destacado fue el de “hacedor”. Las viejas calles del Comodoro de entonces amontonan vivencias y anécdotas como las de don Cipriano que aún siendo un niño -tenía casi13 años- junto a otros vecinos, tan delirantes como él, fundaron el primer períodico local: el diario “La República” donde se desempeñó como letrista.

Comodoro Rivadavia nació en 1907, a la sombra del petróleo, mientras que “La República” apareció el 15 de enero de 1913 y sus primeros ejemplares se hicieron en forma manuscrita. Años más tarde –en 1925- Don Cipriano se asoció a Lanfranco y se convirtió en editor-propietario y director de “La República”.


A los 21 años se casó con Doña Antonia Oyarcabal, de cuya unión nacieron sus dos únicas hijas, Julia Dora y Celia María.


- “Para sacarlo de Comodoro había que ponerle “la banda”. Jamás salió de Comodoro”.


La voz de Celia María Alonso se llena de orgullo cuando esboza una semblanza de su padre “yo no importo –dice- pero él sí. El siempre trabajó por la Comunidad. Se desvelaba por ella.
Mi padre fue un hombre visionario. Veía más para el futuro que para el pasado. Y sobre todo trabajaba para la comunidad.
Mi padre era Español. Y donde había un español estaban todos los españoles. No había antes la división que hay ahora, a los únicos que se les respetaba no integrarse eran a los vascos ya que ellos pertenecían a la República vasca.


- ¿Qué recuerdos le transmitió su padre de estos primeros años en la Asociación Española?

El recordaba aquellos años como de mucho trabajo, pero también de mucho amor. Eso es lo que me transmitió mi padre por la Asociación Española: Amor para trabajar por los demás sin ningún interés.


- ¿Cómo fue la trayectoria de su padre en la Institución?

Mi padre se abocó mucho al trabajo dentro de la Asociación en 1920, cuando se prendió fuego un galpón que tenía en la calle San Martín al 900. Fue ahí cuando muchos españoles, mi padre entre ellos, se dedicaron a trabajar más por la Asociación, todo con mucho esfuerzo.
Se organizaban rifas, se hacían tortas, ruletas, almuerzos, se preparaban las romerías, todo con el objetivo de reunir fondos para construir el edificio del Teatro Español y las oficinas para de la Asociación.

- ¿A qué atribuye tanto trabajo desinteresado por parte de las personas que trabajaban para hacer este tipo de obras?

Comodoro Rivadavia necesitaba de este tipo de cosas!; Se necesitaba un teatro, un edificio donde reunirse, traer un poco de cultura... porque aquí ellos llegaban con la intención de encontrar un futuro mejor.
Así que era también una forma de devolverle a la comunidad que los aceptó parte de su trabajo, era una cosa de agradecimiento hacia quien los cobijó.
Si bien en un primer momento se abocaron a la construcción de un teatro, otra necesidad imperiosa, no solo para la comunidad española, sino para todo el pueblo era un sanatorio.


- ¿Algún aporte más que quiera mencionar?

Mi padre fue uno de los fundadores de lo que fue el viejo Hospital Vecinal, donde ahora está la Casa del Niño; de la Escuela 119; la Primer Seccional de Policía; fue también socio de fundador de la Sociedad Cooperativa Popular; del Club Gimnasia y Esgrima; y del Partido de Acción Chubutense (PACH).
Es que mi padre era así... conforme al crecimiento de la sociedad, las necesidades también aumentaban, y mi padre estaba allí, siempre dispuesto a ayudar.


Don Cipriano Alonso, no transitó las calles de su querida ciudad sin hacer nada por ella.
Emprendedor, visionario, crítico, jamás pudo dejar de lado su vocación periodística, por lo que cada tanto, alzaba su voz en un permanente comentario inteligente, haciendo uso de la crítica constructiva.


En los últimos días de su vida aún pensaba a futuro, fue así como este hombre metódico y ordenado, que no sólo tenía buena memoria, sino una prolija documentación sobre hechos que fijaban la evolución de esta población decidió donar la colección de ejemplares que poseía del Diario La República y El Chubut a la Universidad Nacional de la Patagonia, para que éste sea de utilidad a los jóvenes estudiantes que quieran indagar la historia de su ciudad.

El sentido de comunidad fue su guía hasta sus últimos días... Así como en los inicios de su vida, cuando era casi un niño, la Ciudad lo adoptó, él nunca la abandonó.

Desde el lugar que ocupó, como en aquellas épocas cuando tenía apenas sólo 13 años y grandes proyectos, junto a ese grupo pionero de vecinos que pusieron su hombro y sus propios bienes para obras que necesitaba Comodoro Rivadavia, Don Cipriano nunca dejó de velar por su madre adoptiva: Comodoro Rivadavia... y hoy, en su seno, descansa en paz.


Teatro Español: Inaugurado el 25 de mayo de 1.934, se destaca como producto del esfuerzo de la colectividad española y es motivo de orgullo para toda la comunidad comodorense.

Esta obra arquitectónica - de estilo renacentista español - constituye el valor cultural más antiguo de la ciudad.Nos habla de un pasado de construcción multicultural, pero de una misma identidad colectiva, que debe ser preservada. Fue declarado "Monumento Histórico Nacional" por la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación.

El Teatro fue el sueño y una utopía, difícil de imaginar, en una ciudad de pocas casas agazapadas bajo el abrigo del cerro Chenque, donde los pobladores de esos tiempos, se entretenían contemplando la resistencia de animales ariscos y la destreza de los enlazadores que los perseguían a caballo.

No obstante esa cruda realidad, los pioneros de la Asociación Española, sostuvieron su firme pretensión de apostar a la cultura como idioma universal, constituyendo de esta manera, una estrategia de arraigo en esta Babel políglota que conformaba el pueblo petrolero de Comodoro Rivadavia.

Fue así como el 25 de mayo de 1934 se inauguró oficialmente en adhesión a las fiestas patrias, el edificio del “salón de espectáculos mejor dotado en todo el Sur de la República”, como anunciaba el diario “La República” a los poco menos de 25.000 ciudadanos.


viernes, 31 de octubre de 2008

Corazón de Guerrero

Por Nancy Sáez

Hay historias que no se encuentran escritas en los grandes libros, pero no por ello dejan de ser menos sustanciosas. La historia oficial narra procesos históricos, económicos y sociales, habla de revoluciones y batallas. Sin embargo, la otra historia también está presente. Es la historia de personas anónimas, que se escribe con hechos cotidianos, las propias experiencias o los valiosos recuerdos de los abuelos.
No es común incorporar estas microhistorias personales a la historia con mayúscula de las escuelas. Solo en las últimas décadas esta situación ha ido cambiando y se rescatan del olvido muchas tradiciones que hasta ahora se transmitían en forma oral.
Esta publicación intenta volver la mirada atrás y reconstruir dentro de nuestra historia nacional, un aspecto fundamental de la identidad: el de los inmigrantes vascos que poblaron el país y que integrando sus costumbres, dieron origen a esta multifacetica argentina.
Algunas familias vascas llegaban deseosas de tener acceso a la tierra, trabajar y regresar a su país en pocos años. Otras adoptaron su segundo país como propio, se establecieron, formaron familia y jamás regresaron o sólo lo hicieron de visita.
El inmigrante vasco aportó a la argentina, un bagaje importante de valores y costumbres propios de su cultura. Trajo el amor a la tierra y el apego a la propiedad, nuevas prácticas en el trabajo e ideas renovadoras. Quienes llegaban a “hacerse la américa” eran personas con una alta dosis de coraje y un espíritu emprendedor.
Se comprende así la saga de sus vidas. El pasado que les tocó vivir y el salto casi al vacío de su viaje. Conocer estos hechos, sus luchas, sus aspiraciones y su vida permite a sus descendientes acercarse y comprender sus orígenes.
Este trabajo aspira a reivindicar, no solo las historias de vida de algunos vascos en la ciudad de Comodoro Rivadavia, sino también a resaltar esos ideales de firmeza y valentía frente a las adversidades que les tocó vivir en este duro y árido suelo sureño.


CORAZÓN DE GUERRERO

Antonio Baztán es un luchador nato. Aunque nació en Barcelona, se identifica con la sangre vasca que heredó de su padre, Dn Santiago Baztán Basterra. Su espíritu no admite concesiones. Hace honor a todas las características que identifican a su pueblo: trabajador, tozudo, voluntarioso, emprendedor y de espíritu noble.

“Yo soy un tipo muy complicado. A mi me gusta que las cosas se hagan bien” -afirma mientras mira a su interlocutor directamente a los ojos en posición firme.
Esa actitud le ha valido muchas veces que en el círculo de las colectividades comodorenses lo rotulen como “de línea dura” y es que, Antonio Baztán es implacable en sus decisiones. Sobre todo en lo referente a los cuidados de su familia y la Asociación Vasca que hoy lidera.
Las experiencias y el tiempo han moldeado su carácter. Su vida no ha sido fácil en estas tierras tan lejanas a la de sus sueños. Ha peleado la vida con las armas que heredó de su Cáseda añorada (Navarra)- ciudad en la que se crió desde los tres meses de vida- al cuidado de su madre y abuelos paternos porque su padre estaba en la guerra.
Según explica, la decisión de emigrar de su país se debió a tres circunstancias: el franquismo, las deidades que ofrecía la propaganda de los agentes de emigración en el pueblo y la posibilidad de obtener un trabajo por medio de un primo lejano de su padre, radicado en Pico Salamanca.
En el año 1955 tenías que venir con trabajo si o sí, de lo contrario no se podía entrar al país” confirma Don Antonio, mientras con sinceridad absoluta comenta “eso no era real, era una trampa solamente. Pero había que cumplirla”.


Y es que en esa década, las puertas de entrada a la Argentina se estaban restringiendo, contrariamente a la política migratoria establecida a partir de 1853 y reafirmada en 1876 durante el Gobierno de Nicolás Avellaneda donde las leyes fomentaban la inmigración al país.

“El viaje fue maravilloso. ¡Fue lo más maravilloso que me pasó en la vida!” comenta emocionado. Y una luz intensa en sus ojos deja entrever que está navegando nuevamente las aguas del Atlántico con sus jóvenes 16 años.



“Vivimos quince días viajando en el barco Cabo de Hornos. Salimos de Barcelona, pasamos por Sevilla donde el barco tenía que cargar aceituna para los Estados Unidos, luego fuimos a Canarias, a Tenerife y llegamos a Río de Janeiro donde se intercambiaron las aceitunas por bananas que venían para la Argentina.”
Expectante, como reviviendo esos recuerdos que tan bien le hacen, ríe. Con sonrisa tierna, casi infantil, pero no llora. No se permite llorar. Aunque ambas sensaciones florecen en su ser, casi sin pedir permiso.




“Mira te voy a contar - me explica- arriba del barco teníamos cine y baile. ¡La pasamos muy bien!. Era estar así todo el día ¡lo pasamos espectacular!. Nos reíamos mucho. También observábamos a un grupo de árabes. ¡Ellos adoran al sol!. Cada nuevo día, iban a cubierta para la salida del sol y se arrodillaban, se tiraban… y nosotros ¡no entendíamos nada!. Decíamos.. ¡¡estos están locos!! Y todos los días, hasta llegar acá era así.”
Nada se escapa de sus recuerdos, ni horarios, ni puertos, ni pueblos “bajamos en Buenos Aires. Paramos en el Hotel EUSKALDUNA, que queda cerca de la estación Retiro –referencia- y viajamos luego de dos días a San Antonio Oeste en tren. Finalmente llegamos en transportes Patagónicos hasta Comodoro Rivadavia, donde nos establecimos”


- ¿Duele mucho el desarraigo? Pregunto.


La historia de uno, su país y los afectos no se olvidan. Es algo que te queda adentro. Es como un árbol que lo transplantas de grande...da frutos, si. Pero no, no es lo que debiera dar, ni brinda lo que debiera brindar.



Un puente al infinito

Sus ojos se impregnan de nostalgia. Nostalgia por el país donde vivió desde pequeño hasta los inicios de su juventud. “A los 16 años uno tiene amigos, y quiere hacer las cosas que se hacen a los 20. Uno se siente grande” .

Sus pensamientos vuelven a experimentar el dolor de quien deja todo lo que tiene, para saltar a lo desconocido, al vacío de un viaje que parece sin retorno. “Me hubiera podido quedar allá con mi tío –dice- pero esas cosas...”
La descripción es muy fuerte y las palabras huyen por un momento de sus labios, impronunciables. “La verdad es que yo no podía dejarlos solos. Ellos venían para acá con la familia. Y yo veía a mi padre muy indefenso, es como que la guerra lo había resentido un poco y quien sabe si hubieran logrado algo o subsistido, la realidad es esa. Por eso me vine, por ellos.”.

Una vez establecidos en Comodoro Rivadavia Antonio Baztán reconoce haber estado dos meses sin trabajo, y lo dice con admiración “¡dos meses!” como insinuando demasiado tiempo.
Contrariando la realidad de estos tiempos argentinos donde conseguir trabajo a los dos meses, es casi una cuestión de suerte. “Mi padre consiguió trabajo en un almacén de ramos generales, Se llamaba Argensud, pero el sueldo de comercio era muy poco, asi que yo también salí a trabajar. Si bien tenía conocimientos de tornería, no encontré trabajo en esa especialidad, sino en un taller ubicado en el Barrio Industrial. Hacía horas extras como loco para ayudar a construir la casa de los viejos. ¡Me pasaba todo el día metido en el taller!” .

Quizá por su condición de hijo primogénito, Antonio siempre sintió la necesidad de hacerse cargo de la familia, incluyendo a sus propios padres, a quienes recuerda con profundo cariño, respeto y objetividad. Pero su corazón regresaba año tras año y día tras día a la patria de sus amores.

“Durante muchos años he tenido el anhelo de regresar a mi tierra. Fui el primero de la familia en acercarme a la Asociación Euskal Etchea. Necesitaba un contacto con otros vascos para calmar las añoranzas internas que son muy fuertes. En 1955 me acerqué a una cena por la festividad de San Ignacio de Loyola y en 1956 comencé a participar activamente. Integré el primer cuerpo de baile. En esos tiempos todos éramos de allá”.

“Un árbol transplantado de grande da frutos, pero no los que tendría que dar” repite Antonio queriendo evocar el dolor del desarraigo. Por ello, cada minuto, cada día que pasaba, cada festividad, o tardes de cielo azul, despertaban en él las ansias de retorno. Y cambiaba por un instante su vida, devolviéndolo al pasado como un duro rebote de pelota. Entonces la imagen de sus padres, su trabajo y hasta su vida misma se desvanecían. La realidad se apartaba por un momento de su mente, mientras se esfumaba de sus pupilas del mar embravecido que baña las costas sureñas.


Cada domingo, Antonio iba al puerto a mirar el horizonte. A tratar de flanquear esa distancia abismal que lo separaba de sus raices. “Para calmar las añoranzas internas, los domingos íbamos al puerto. Ahí donde estaba la grúa antes, íbamos con el Sr. Calzada, que era otro de los jóvenes que estaban en el cuerpo de baile. Nos sentábamos en las piedras y construíamos un puente imaginario que llegaba hasta España.” “¡Qué ilusos éramos...Por Dios!” Se reprocha retrotrayéndose a la realidad, sin embargo en la intención de describir lo que en aquellos años sentía continúa “Hacíamos cuentas de los días que nos llevaría llegar hasta allá y también de las ovejas que deberíamos llevar para ir comiendo por el viaje. A veces, hasta nos imaginábamos que llegábamos. Pensábamos lo que haríamos una vez allá y ¡hasta nos lo creíamos!. Después, a las 9 pm nos íbamos al cine, y... así cada domingo”.

Con innegable acento castizo dice que jamás expondría a sus hijos al desarraigo “¡Es muy duro vivir en otra tierra!. Si yo luego no volví fue sólo por mis hijos. Porque me ponía a pensar, si éstos van a tener que sufrir lo que sufrí yo ¡no! No sé si se compensa el sacrificio. Yo no podía decidir por ellos. Es algo muy personal porque puedes estar muy mal en tu país; te pueden perseguir mucho; pero a la vuelta de los años, y esto lo hemos conversado con mi padre, no se si compensa el sacrificio. Porque allá se dejó mucho, y se abandonó todo para venir... y ¡no es así la cosa!. Con otra mentalidad tal vez si, pero con la mentalidad que tenemos nosotros no.”

Al hablar de mentalidad, Baztán, habla de valores. Los valores que heredó de su padre, la honestidad, honradez, el sacrificio y el trabajo.
“En el pueblo de donde venimos se decía que venir a América era venir a juntar dinero con las dos manos. Y no era así la cosa. Tal vez sería eso para otro tipo de gente (deshonesta), pero no para gente como nosotros. Pero estoy igualmente orgulloso de mi padre, porque yo hoy puedo caminar por la calle con la frente bien en alto, porque mi padre no le robó a nadie” enfatiza, mostrando su verdadera herencia. Tesoros que en el mercado no se cotizan.

Calmar añoranzas internas

Antonio Baztán nació un 02 de febrero de 1939 y participa en la Asociación “Euskal Etchea” desde hace cuarenta y siete años. Se integró a la institución como colaborador activo en 1956, luego de asistir a la Cena de San Ignacio de Loyola en 1955, el mismo año de su llegada a la argentina.

“Cuando yo era joven criticaba mucho a los de acá” indica señalando las sillas vacías de la mesa del directorio. “Y ahora yo estoy acá, pero lamentablemente no veo que los jóvenes tengan tanto interés como en ese entonces. Nosotros los jóvenes queríamos hacer cosas, buscábamos ayudar, exigíamos a los mayores”.

Y la historia avala sus palabras, no solo colaboraba activamente en actividades relacionadas con la Institución o las cenas aniversario sino que integró el PRIMER CUERPO DE BAILES de la Asociación y comenzó a participar del directorio a partir de 1960.

Desde hace 3 años es el presidente de la Asociación Euskal Echea de Comodoro Rivadavia e inevitablemente pasa muchas horas del día realizando actividades de la institución junto a su esposa Dora Huiche de Baztán, argentina de ascendencia vasca por vía materna.
Cuando Antonio habla de su esposa, el gesto adusto y firme de su rostro se desvanece dejando entrever cierta fascinación por las virtudes de su mujer. “La veía muy dulce, muy tierna…¡pero vaya si tenía su carácter también! De novios me fui unos días a Chile, de paseo, y volví tranquilo como si nada pasara. Yo estaba en falta, pero quería estar normal y cuando aparece ella y me avisan que viene…Yo me acomodo para recibirla como si nada ¡¡y me recibieron en el aire!! Y ahí también estaba la abuela de ella ¡ y se reía la abuelita!” ríe, retomando aquella sonrisa que quedó plasmada en el tiempo de los recuerdos. Antonio y Dora se casaron en 1970 y tuvieron cuatro hijos: Ignacio, Agustín, Pablo y Palmira.

- ¿porqué es necesario seguir apuntalando a la Institución?

Porque sino se pierde todo y es una picardía. No nos olvidemos que el origen de esta institución fue la de contener a la gente, porque habían muchos emigrantes vascos en aquel tiempo. Hoy es necesario que siga en pie para mantener esas raíces.

- ¿Qué es ser vasco? ¿cuales son las características de los vascos?
Es independiente del lugar de nacimiento. Se puede ser vasco por ser nacido en el país vasco o puedes ser vasco sin haber nacido allí. Lo importante es sentirse vasco por los hechos, por las acciones o por estar criado por padre o madre vasca. No hace falta estar nacido en Euskadi para sentirse vasco. El asunto es defender los principios del vasco por sobre todas las cosas.
El pueblo vasco es gente de mucho trabajo y tesón. Nunca escatima esfuerzo para nada, es más, no mide el esfuerzo. Para el vasco no existe el esfuerzo, existe el hacer.

Y esa es la vida del vasco tipo, al menos ha sido la de Antonio. Otrora, construyendo la casa de sus padres y hoy defendiendo, como el más osado de los guerreros, uno de los bastiones vascos en el Sur argentino: La Euskal Echea. Institución que durante gran parte de su vida supo contener esas añoranzas que lo invadieron y que aún atacan su sueño…porque él, ha sido un roble transplantado de grande.


Si como cronista, debiera sintetizar su espíritu, ésta sería la frase que elegiría para ilustrar su temple...y su vida: "Me quitarán las manos, pero con el alma, defenderé la casa de mi padre".



martes, 21 de octubre de 2008

Una vida sobre rieles

Por Nancy Sáez



"El último jefe de Estación"



Parecía un domingo cualquiera. A lo lejos, se escuchaba el silbato del tren arribando a la ciudad de Puerto Deseado. Sin embargo, Carlos Gómez Wilson, "último jefe de estación" del Ramal Puerto Deseado- Colonia las Heras, sabía que aquel 13 de enero de 1978 no era un día más, sino que era un día funesto para la ciudad portuaria ya que por disposición del gobierno del General Videla (1976-1981) éste, sería el último viaje del Ferrocarril Patagónico.

La luz del sol proyectaba la sombra del tren sobre las vías. Las horas circulaban indiferentes a la desazón que sentía el jefe de estación que había dedicado buena parte de su vida útil al Ferrocarril Patagónico.

"El ferrocarril es mi vida" - dice - enseñando un expediente con dos hojas amarillentas en cuya primer hoja puede leerse el siguiente texto “Teniendo conocimiento que existen vacantes de practicantes de la Sección Tráfico y Movimiento, tengo el agrado de solicitar del Sr. Gerente, un puesto como tal. A los efectos que pueda corresponder, expondré al Sr. Gerente que poseo conocimientos de telégrafo, que soy Argentino y tengo 18 años de edad.”

La contratapa de lo que él llama “su vida” es una notificación de “su baja de la Empresa por razones de servicio” . Don Carlos resume indignado “Cuando yo entré, hice esta solicitud. Pero está la contratapa...¡con esta carta mimeografiada me sacaron del ferrocarril! ¡Me sentía pésimo!.


Había servido 34 años al ferrocarril, pensé que merecía una nota donde al menos se agradezca los servicios prestados... Para que veas que los militares no tenían muchos escrúpulos para despacharte, como tampoco los tuvieron para cerrar el ferrocarril ni para dejar tanta gente sin trabajo”.



Historia del Ferrocarril en Puerto Deseado

A veces dos hojas sintetizan el principio y fin de una historia, pero los papeles no siempre muestran lo que fue, ni lo que debió ser. La vida de Don Carlos Gómez Wilson aparece ligada como un eslabón más en la historia de la antigua ciudad portuaria y su ferrocarril patagónico. Quizá por su ascendencia pionera, o tal vez porque su alma aún escucha -a lo lejos- el viejo silbato del tren llegando a su estación.



Entonces la maquinaria de la memoria echa a correr sus engranajes...

“Como soy una laucha de papeles, tengo todos los temas archivados, telegramas, fotografías, recorte de periódicos de la época, actas, decretos, manuales y registros de carga del ferrocarril”- efectivamente, toda esa documentación aparece sobre la mesa, convirtiéndose, junto al testimonio de Carlos Gómez Wilson, en invalorable fuente de consulta y registro.

Cada 20 de septiembre, la ciudad de Puerto Deseado conmemora el aniversario de la puesta en marcha de la primera locomotora en la ciudad. Hecho que efectivamente ocurrió en el año 1909, homenajeando soslayadamente en el mismo acto, "el trabajo entusiasta de un grupo de hombres que - guiados por el Ing. Juan A. Briano- llegaron a sus playas a bordo del vapor “Neuquen” un 30 de abril de 1909 con el encomiable objetivo de “trazar sobre el desierto patagónico un camino de hierro hasta el lago Nahuel Huapi”

[1].

Carlos Gómez Wilson confirma, con pruebas en mano, que en realidad el ramal Puerto Deseado-Colonia Las Heras, formaba parte de un plan ferroviario nacional cuyo proyecto inicial era construir una línea férrea desde Puerto Deseado hasta el Lago Nahuel Huapi, que uniera en su trayecto las provincias patagónicas de Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquen.

Dicho proyecto fue presentado por el Ministro de Obras Públicas, Sr. Ezequiel Ramos Mejía durante la presidencia de Figueroa Alcorta (1906-1910) y fue aprobado por el Senado en el año 1909 de acuerdo a los términos de la Ley N° 5559. El propósito fue fomentar el desarrollo de los Territorios Nacionales “y promover social y económicamente esas apartadas regiones, cuyos trazados habrían de demarcar sobre el suelo de la Patria, el testimonio contrastable de la soberanía Argentina en aquellas promisorias comarcas, en las que era hora de despertar su evolución adormecida". (“El Orden”, Puerto Deseado, 22 de febrero de 1962).

“Este grupo de líneas férreas se hicieron por razones de fomento y soberanía y cuando se cerraron, seguía haciendo falta el fomento y la soberanía en la Patagonia” - afirma con indignación el ex jefe de Estación.

"nuestras locomotoras eran de 1911, entonces no podíamos competir con la velocidad del camión"

-¿Qué uso se le dio al ferrocarril en la zona? ¿De qué manera aportó al desarrollo local?

Al principio el transporte de Carga fue lo más importante. Los viajes llegaban a las Heras para dejar las mercaderías generales en vagones cubiertos de 20 a 40 toneladas, de esa manera se abastecían las estancias y parajes que se iban formando alrededor de las vías. De regreso se traía lana. Se llegaron a transportar 5 millones de kg por año. Después fue la hacienda, los estancieros traían una hacienda excelente al frigorífico de Deseado. En una faena grande se han traído 315.000 animales en jaulas de dos pisos.
Más tarde predominó el transporte de mineral de plomo. El plomo venía de Chile por el Lago Buenos Aires a las Heras en camión, luego se lo subía al ferrocarril y de allí directamente al buque, porque las vías llegaban a la orilla del puerto. Se transportaban 58 millones de kilos de plomo al año.
Otro de los importantísimos servicios que prestó el ferrocarril fue el transporte de agua, porque Deseado no tenía agua dulce, entonces la traíamos de: Teller, Pampa Alta y Viedma que tenían pozos. Se llenaban los tanques y luego se traían a Deseado. En el pueblo había una cisterna grande y luego un privado con su camioncito "Ford T" abastecía de agua a los pobladores. Este servicio fue muy importante y perduró hasta que apareció Obras Sanitarias en el año 1.946.
Luego, en la época de Frondizi (1958-1962), se llevó mucho material de cañerías de petróleo, de gas a Pico Truncado porque el presidente había otorgado la consesión a empresas extranjeras. Con el paso del tiempo esta actividad decayó porque la gente del puerto comenzó a preferir el servicio del camión, pese a que el servicio del ferrocarril era más económico y tenía más capacidad de carga. (El ferrocarril cobraba prácticamente el 50% de la tarifa de los camioneros).
Como te dije yo estuve los 13 últimos años de jefe de estación y tuve la oportunidad de ver cómo fue decayendo la actividad del ferrocarril, lo que pasaba es que nosotros estábamos muy atrasados, porque nuestras locomotoras eran del año 1911, entonces no podíamos competir con la velocidad del camión. Era una carrera contra el reloj y nuestras locomotoras estaban un poco viejas y lentas, no obsoletas (aclara) pero tardaban 6 o 7 horas y para los contratistas era mucho.

¿Usted cree que el ferrocarril podría haberse salvado?

En Deseado el camión suplantó prácticamente el servicio del ferrocarril, en la década del 60. Nosotros llegamos a llevar 5000 toneladas y al último sólo una sola plataforma. En una oportunidad cuando llegó el buque puse 20 plataformas a disposición y cuando las cargamos, la gente del puerto la descargó y la pasaron a un camión. Como jefe de estación, por supuesto les cobré el alquiler, para que quedara asentado el antecedente porque después venían los jefes y preguntaban porqué si nuestro servicio era más barato, la gente del puerto no lo utilizaba. Para que vean que no era problema del ferrocarril, sino un problema de decisión externa a nosotros.
Respondiendo a tu pregunta, te insisto, acá lo que se debe tener en cuenta es que ese ferrocarril era de fomento y desarrollo, para mejorar las cosas, para que la gente viva, porque en la zona de Santa Cruz había 0,4 hab/km2 era muy poco. Al último sólo quedábamos 50 empleados para atender la línea, yo creo que valía la pena aceptar esa pequeña pérdida para mantener la soberanía, porque por ejemplo, el servicio de pasajeros también era muy bueno y bastante económico. Los coches tenían una capacidad de 39 pasajeros y el servicio se hacía dos veces por semana.
El tren contribuyó a federalizar y comunicar los pueblos, aportó lo posible y lo imposible, ahora se destruyeron muchos de los pueblitos que estaban a orillas del camino, y mucha gente emigró hacia zonas más cálidas como Comodoro Rivadavia, Trelew, etc.

¿En qué año comenzó a construirse la Estación del ferrocarril?

La obra comenzó en el año 1909 y en dos años ya estaba lista. ¡Es una obra de arte!. Fue construida principalmente por picapedreros yugoslavos que hicieron un trabajo excelente. Con punzones tallaban las piedras dándoles una simetría perfecta.
El ferrocarril trajo mucho trabajo a la zona, imaginate que Deseado en 1900 tenía sólo 400 habitantes y cuando se iniciaron las obras sólo en el ferrocarril habían 850 personas trabajando entre ingenieros, administración, supervisión y obreros, porque todo se hizo a pico y pala. Los operarios se pedían a Buenos Aires y luego venían por barco.




Puerto Deseado, Construcción de la Estación del Ferrocarril, año 1908

Los chatarreros y la pueblada

Sus ojos se pierden un momento en algún punto del infinito. Hay recuerdos que por propia decisión y necesidades psicológicas quisiera borrar, pero los retrotrae a la memoria porque son importantes "para que se conozca la verdad" - afirma.



"En el año 1972 teníamos un parque ferroviario compuesto por 100 vagones y 5 locomotoras funcionando, eran de Bélgica" - agrega. Puedo darme cuenta que el "aproximadamente" no existe para él. Sus datos y números son exactos.

Mientras continúa el relato, su voz cambia de tono, embriagada por la indignación y la impotencia describe "Yo ya estaba muy tocado, porque al último DESHUASARON el total de los vehículos y las locomotoras. ¡¡Se los dieron a los salesianos!!…yo tengo la constancia ahí. ¡¡Ellos se los vendieron a los chatarreros y cortaron todo para llevárselo por chatarra!!
Yo seguí 2 años más, hasta 1980, cuando me llegó la baja. Para mi fue una desgracia ver a los chatarreros, porque no solo cortaron y se llevaron los vagones…¡¡los deshasaron todos!! Los deshuasaron…total a ellos les interesaba el bronce, me parece"
. Reflexiona intentando encontrar alguna justificación lógica a tanta barbarie.

El gobierno había decidido anteponer un criterio economista al funcionamiento del ferrocarril y poco le importó el "patrimonio histórico", el trabajo, el desarrollo de la región y la soberanía.


"Por suerte el pueblo despertó y cuando sólo quedaban dos furgones…e incluso uno de ellos ya estaba montado sobre el camión de los chatarreros para llevárselo…¡¡la gente de Deseado se puso en los portones y no dejó salir al camión!!
Mientras tanto se habló con Río Gallegos y se consiguió que la Provincia los expropiara. Era uno de los mejores, porque era el "reservado", se usaba para trasladar gente importante, tenía comedor, caja fuerte, luz, cocina y dormitorio. Hoy está montado sobre rieles al costado del Banco Nación, era el 502"
-recuerda visiblemente emocionado y afirma mostrando una fotografía del orgulloso 502 del pueblo- "¡ese es el que quedó…y el chatarrero se lo iba a llevar. La gente no permitió la salida!"

Don Carlos Gómez Wilson es un ser humano noble, trabajador, de mirada afable y muy memorioso, pero quizá el rasgo más sobresaliente de su personalidad es su extremado sentido del orden.


Nació en Puerto Deseado, Provincia de Santa Cruz el 14 de abril 1928. Hoy tiene 76 años de edad. Se autodefine como “una laucha de papeles” y salta a la vista que es así, tiene toda su vida en archivos fielmente clasificados por temas. Es meticuloso y perfeccionista, no se permite errores.
Sobre la mesa una especie de biblia azul sobresale del resto de la documentación. Observo atenta, es el "Reglamento Interno del Ferrocarril” tiene hojas amarillas como todo el resto de la información, lo abro con curiosidad... increíblemente entre sus hojas se intercalan franjas de papel escritas a máquina.


Pregunto y responde naturalmente “esas son modificaciones que a lo largo de los años iban apareciendo, entonces yo las tipeaba en mi vieja Remington y las pegaba en el reglamento original”.

Quizá la suerte o el destino lo signaron para honrarlo con un título muy especial: ser el último jefe de estación. Homenaje que no es poca cosa, máxime si se tiene en cuenta que su abuela fue Doña Rosa Vericat viuda de Wilson, última sobreviviente de los primeros colonos que arribaron el 15 de julio de 1884 con el Capitán Antonio Oneto.


De esta manera, puerto, pueblo y ferrocarril se asocian en increíbles designios que sólo pueden tener una respuesta tangible al amparo de la “cruz del sur”.

Hay una historia que merece ser contada, una identidad y una memoria, la ferroviaria… y Carlos Gomez Wilson -último jefe de estación- esta dispuesto a hacerlo, "para que se conozca la verdad, para que se sepa cómo fue…para que no se olvide"…Porque él, aún escucha el silbato del tren llegando a la estación.

[1] Fuente: “El Orden” periódico de la Ciudad de Puerto Deseado, Septiembre 17 de 1959






El 15 de Julio de 1993, en coincidencia con el 109 Aniversario de la Fundación de Puerto Deseado, el Sr. Carlos Gomez Wilson (es el abuelo con traje y corbata a la derecha de Kirchner)recibe la llave de la estación de manos del entonces Sr. Gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner.