martes, 11 de noviembre de 2008

El hijo adoptivo de Comodoro Rivadavia


Por
Nancy Sáez


Don Cipriano Alonso, el hijo adoptivo de Comodoro


No puede hablarse a ciencia cierta de la historia de la Asociación Española ni de la comunidad de Comodoro Rivadavia, sin mencionar a Don Cipriano Alonso.

Quienes recuerdan la figura y el accionar de este hombre lo tildan básicamente como un “hombre visionario”.

Su trayectoria así lo confirma.


Recorriendo los archivos de algunos medios gráficos no puede dejar de mencionarse lo que el Diario El Patagónico dijo en su edición del viernes 07 de febrero de 1986, un día después de su muerte:




“la vida de don Cipriano Alonso, fue la de un hombre que se había ganado el respeto de todos y de su felicidad. Nadie podrá olvidar su mirada recta, su sonrisa permanente, su eterna jovialidad.
Era siempre el mismo muchacho que fabricaba proyectos con los vecinos emprendedores para beneficiar a la comunidad.”



Su vida, su historia.



Don Cipriano había nacido un 16 de septiembre de 1901 en España. Era natural de Soria, de Castilla La Vieja pero arribó a la Patagonia –como polizón de un barco- en el año 1911 a los 10 años de edad.

Sin duda su niñez en Soria fue dura. La vida de su madre se había extinguido cuando él nació y su padre se había vuelto a casar.

Quizá ese sea el motivo por el cual, Don Cipriano, jamás volvió a España.

Entre los varios oficios que tuvo- sin lugar a dudas- el más destacado fue el de “hacedor”. Las viejas calles del Comodoro de entonces amontonan vivencias y anécdotas como las de don Cipriano que aún siendo un niño -tenía casi13 años- junto a otros vecinos, tan delirantes como él, fundaron el primer períodico local: el diario “La República” donde se desempeñó como letrista.

Comodoro Rivadavia nació en 1907, a la sombra del petróleo, mientras que “La República” apareció el 15 de enero de 1913 y sus primeros ejemplares se hicieron en forma manuscrita. Años más tarde –en 1925- Don Cipriano se asoció a Lanfranco y se convirtió en editor-propietario y director de “La República”.


A los 21 años se casó con Doña Antonia Oyarcabal, de cuya unión nacieron sus dos únicas hijas, Julia Dora y Celia María.


- “Para sacarlo de Comodoro había que ponerle “la banda”. Jamás salió de Comodoro”.


La voz de Celia María Alonso se llena de orgullo cuando esboza una semblanza de su padre “yo no importo –dice- pero él sí. El siempre trabajó por la Comunidad. Se desvelaba por ella.
Mi padre fue un hombre visionario. Veía más para el futuro que para el pasado. Y sobre todo trabajaba para la comunidad.
Mi padre era Español. Y donde había un español estaban todos los españoles. No había antes la división que hay ahora, a los únicos que se les respetaba no integrarse eran a los vascos ya que ellos pertenecían a la República vasca.


- ¿Qué recuerdos le transmitió su padre de estos primeros años en la Asociación Española?

El recordaba aquellos años como de mucho trabajo, pero también de mucho amor. Eso es lo que me transmitió mi padre por la Asociación Española: Amor para trabajar por los demás sin ningún interés.


- ¿Cómo fue la trayectoria de su padre en la Institución?

Mi padre se abocó mucho al trabajo dentro de la Asociación en 1920, cuando se prendió fuego un galpón que tenía en la calle San Martín al 900. Fue ahí cuando muchos españoles, mi padre entre ellos, se dedicaron a trabajar más por la Asociación, todo con mucho esfuerzo.
Se organizaban rifas, se hacían tortas, ruletas, almuerzos, se preparaban las romerías, todo con el objetivo de reunir fondos para construir el edificio del Teatro Español y las oficinas para de la Asociación.

- ¿A qué atribuye tanto trabajo desinteresado por parte de las personas que trabajaban para hacer este tipo de obras?

Comodoro Rivadavia necesitaba de este tipo de cosas!; Se necesitaba un teatro, un edificio donde reunirse, traer un poco de cultura... porque aquí ellos llegaban con la intención de encontrar un futuro mejor.
Así que era también una forma de devolverle a la comunidad que los aceptó parte de su trabajo, era una cosa de agradecimiento hacia quien los cobijó.
Si bien en un primer momento se abocaron a la construcción de un teatro, otra necesidad imperiosa, no solo para la comunidad española, sino para todo el pueblo era un sanatorio.


- ¿Algún aporte más que quiera mencionar?

Mi padre fue uno de los fundadores de lo que fue el viejo Hospital Vecinal, donde ahora está la Casa del Niño; de la Escuela 119; la Primer Seccional de Policía; fue también socio de fundador de la Sociedad Cooperativa Popular; del Club Gimnasia y Esgrima; y del Partido de Acción Chubutense (PACH).
Es que mi padre era así... conforme al crecimiento de la sociedad, las necesidades también aumentaban, y mi padre estaba allí, siempre dispuesto a ayudar.


Don Cipriano Alonso, no transitó las calles de su querida ciudad sin hacer nada por ella.
Emprendedor, visionario, crítico, jamás pudo dejar de lado su vocación periodística, por lo que cada tanto, alzaba su voz en un permanente comentario inteligente, haciendo uso de la crítica constructiva.


En los últimos días de su vida aún pensaba a futuro, fue así como este hombre metódico y ordenado, que no sólo tenía buena memoria, sino una prolija documentación sobre hechos que fijaban la evolución de esta población decidió donar la colección de ejemplares que poseía del Diario La República y El Chubut a la Universidad Nacional de la Patagonia, para que éste sea de utilidad a los jóvenes estudiantes que quieran indagar la historia de su ciudad.

El sentido de comunidad fue su guía hasta sus últimos días... Así como en los inicios de su vida, cuando era casi un niño, la Ciudad lo adoptó, él nunca la abandonó.

Desde el lugar que ocupó, como en aquellas épocas cuando tenía apenas sólo 13 años y grandes proyectos, junto a ese grupo pionero de vecinos que pusieron su hombro y sus propios bienes para obras que necesitaba Comodoro Rivadavia, Don Cipriano nunca dejó de velar por su madre adoptiva: Comodoro Rivadavia... y hoy, en su seno, descansa en paz.


Teatro Español: Inaugurado el 25 de mayo de 1.934, se destaca como producto del esfuerzo de la colectividad española y es motivo de orgullo para toda la comunidad comodorense.

Esta obra arquitectónica - de estilo renacentista español - constituye el valor cultural más antiguo de la ciudad.Nos habla de un pasado de construcción multicultural, pero de una misma identidad colectiva, que debe ser preservada. Fue declarado "Monumento Histórico Nacional" por la Cámara de Diputados y Senadores de la Nación.

El Teatro fue el sueño y una utopía, difícil de imaginar, en una ciudad de pocas casas agazapadas bajo el abrigo del cerro Chenque, donde los pobladores de esos tiempos, se entretenían contemplando la resistencia de animales ariscos y la destreza de los enlazadores que los perseguían a caballo.

No obstante esa cruda realidad, los pioneros de la Asociación Española, sostuvieron su firme pretensión de apostar a la cultura como idioma universal, constituyendo de esta manera, una estrategia de arraigo en esta Babel políglota que conformaba el pueblo petrolero de Comodoro Rivadavia.

Fue así como el 25 de mayo de 1934 se inauguró oficialmente en adhesión a las fiestas patrias, el edificio del “salón de espectáculos mejor dotado en todo el Sur de la República”, como anunciaba el diario “La República” a los poco menos de 25.000 ciudadanos.