Dentro de sus limitadas posibilidades fueron años de felicidad junto a sus tres hijos. En 1848, cuando Nancy estaba embarazada de su cuarto hijo, Henry recibió la noticia de que su mujer y sus tres hijos habían sido vendidos a un comerciante de esclavos; salió corriendo para suplicarle al amo que no lo hiciese… Impotente, sólo pudo contemplar cómo 350 esclavos encadenados -entre los que estaban Nancy y sus hijos- partían hacia Carolina del Norte.
Ala de Acero
Relatos Patagónicos
lunes, 26 de enero de 2015
El esclavo que consiguió la libertad enviándose él mismo por correo
Dentro de sus limitadas posibilidades fueron años de felicidad junto a sus tres hijos. En 1848, cuando Nancy estaba embarazada de su cuarto hijo, Henry recibió la noticia de que su mujer y sus tres hijos habían sido vendidos a un comerciante de esclavos; salió corriendo para suplicarle al amo que no lo hiciese… Impotente, sólo pudo contemplar cómo 350 esclavos encadenados -entre los que estaban Nancy y sus hijos- partían hacia Carolina del Norte.
lunes, 18 de noviembre de 2013
Irena Sendler, la mujer más bella del mundo
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La heroína que salvó a 2.500 niños
niños judíosEn plena II Guerra Mundial, durante la ocupación de Polonia, una mujer
le plantó cara a los nazis y logró salvar a 2.500 niños judíos.
Ni la Gestapo ni sus torturas consiguieron que Irena Sendler develara
dónde estaban los pequeños. Hoy, vive en un asilo de Varsovia, donde
recibe al periodista de Magazine.
Por Ignacio Temiño
La historia de Irena Sendler está repleta de heroísmo con proporciones casi míticas.
Sin embargo, ha estado extraviada entre los pliegues del tiempo durante más de
medio siglo. Desconocida y oculta de manera inexplicablepara la mayoría de la gente,
como un tesoro antiguo esperando a ser descubierto. Pero las luces de Hollywood se
proponen ahora que todo el mundo conozca la vida de esta trabajadora social polaca
que durante la ocupación alemana de su país salvó la vida de 2.500 niños judíos,
sacándolos a escondidas del gueto de Varsovia frente a lasmismísimas narices de las
tropas nazis.
Si tomamos como referencia La lista de Schindler, donde Steven Spielberg contó la vida
de Oscar Schindler, el industrial alemán que evitó la muerte de 1.000 judíos en los campos
de concentración, el éxito de la producción cinematográfica parece asegurado. El filme de
Spielberg, aclamado por la crítica, consiguió siete Oscar en 1993.
Mientras la figura de Oscar Schindler era aclamada por medio mundo, Irena Sendler
seguía siendo una heroína desconocida fuera de Polonia y apenas reconocida en su país
por algunos historiadores, ya que los años de oscurantismo comunista habían borrado
su hazaña de los libros de historia oficiales. «Además, ella nunca contó
a nadie nada de su vida durante la II Guerra Mundial, era muy discreta y se limitaba a
hacer su trabajo y a ayudar a la gente», explica Anna Mieszkwoska, autora de la biografía
de Irena, La madre de los niños del Holocausto.
Sin embargo, en 1999, su historia empezó a conocerse. Y fue, curiosamente, gracias a un
grupo de alumnos de un instituto americano de Pittsburg (Kansas) y a su trabajo de final
de curso sobre los héroes del Holocausto. En su investigación dieron con algunas referencias
sobre Irena Sendler en revistas especializadas y con un dato asombroso: había salvado la
vida de 2.500 niños. «¿Cómo es posible que apenas haya información sobre una persona así?»,
se preguntaron entonces los estudiantes, cuya curiosidad crecía según encontraban más datos
y testimonios. Pero la gran sorpresa llegó cuando, tras buscar el emplazamiento de la tumba
de Irena, descubrieron que no existía porque ella aún vivía y, de hecho, todavía vive. Hoy es
una anciana de 97 años que reside en un asilo del centro de Varsovia, en una habitación
luminosa donde nunca faltan los ramos de flores y las tarjetas de agradecimiento, que llegan
diariamente desde todo el mundo.
Secuelas de las torturas. «Tenga cuidado, el que visita a mi madre acaba llorando», me
advierte con una sonrisa Janina, la hija de Irena, antes de que entre a saludar a su madre.
Dejo mi ramo de flores junto a su mesita de noche y paso los primeros cinco minutos de mi
vida junto a una heroína de carne y hueso. «Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía,
nada más», dice irritada con un hilillo de voz que se escapa a través de la ventana.
Irena apenas existe físicamente, lleva años encadenada a su silla de ruedas, en parte debido
a las lesiones que arrastra tras las torturas a las que fue sometida por la Gestapo durante la
guerra, cuando descubrieron que sacaba escondidos a niños judíos del gueto. «Le rompieron
los pies y las piernas, pero no lograron que les revelase el paradero de los niños que había
escondido ni la identidad de sus colaboradores», explica la biógrafa.
Irena Sendler fue siempre una mujer de gran coraje, muy influida por su padre, un médico rural
que murió cuando ella tenía sólo 7 años. De él siempre recordaría dos reglas que siguió a rajatabla
a lo largo de toda su vida. La primera: que a la gente se la divide entre buenos y malos sólo por
sus actos, no por sus posesiones materiales; y la segunda: a ayudar siempre a quien lo necesitase.
Así la pequeña Irena se hizo mayor y comenzó a trabajar en los servicios sociales del ayuntamiento
de Varsovia, al tiempo que se unía al Partido Socialista Polaco. Corrían los años 30 y destacaba en
los proyectos de ayuda a pobres, huérfanos y ancianos. «Ella era de izquierdas, sí, pero de una
izquierda que ya no existe, preocupada por las personas y por su bienestar», apunta su biógrafa,
quien asegura que a pesar de ello siempre se situó bastante lejos de la política activa.
En 1939 Alemania invadió Polonia y el trabajo de Irena se hizo más necesario en los comedores
sociales, donde también se entregaban ropas y dinero a las familias judías, inscribiéndolas con
nombres católicos falsos para evitar las suspicacias de los soldados alemanes.
Pero todo cambió en 1942, cuando las deportaciones se hicieron más frecuentes y los nazis
encerraron a todos los judíos de Varsovia, unos 400.000, en un área acotada de la ciudad y
rodeada por un muro. El gueto fue la tumba para miles y miles de personas, que morían
diariamente por inanición o enfermedades. Irena estaba horrorizada y, como muchos
polacos, decidió que había que actuar para evitar la barbarie que asolaba las calles de la
capital. Consiguió un pase del departamento de Control Epidemiológico de Varsovia para
poder acceder al gueto de forma legal», explica Anna.
Allí entraba diariamente a llevar comida y medicinas, «siempre portando un brazalete
con una estrella de David como símbolo de solidaridad y para no llamar la atención
de los nazis».
Una vez dentro, la joven trabajadora social entendió que el objetivo del gueto era la muerte
de todos los judíos y que era urgente sacar al menos a los niños más pequeños para que
tuviesen la oportunidad de sobrevivir. Fue así como comenzó a evacuarlos de todas las formas
imaginables. Dentro de ataúdes, en cajas de herramientas, entre restos de basura, como
enfermos de males muy contagiosos…, cualquier sistema era válido si conseguía sacar a los
pequeños del infierno. Otra manera era a través de una iglesia con dos accesos, uno al gueto
y otro secreto al exterior. Los niños entraban como judíos y salían al otro lado bendecidos
como nuevos católicos.
La actividad de Irena era frenética, igual que el riesgo diario a ser descubierta por los
soldados alemanes.
Separar a los hijos. Irena aún recuerda con amargura los momentos en que tenía que
separar a los padres de los hijos. Sabían que nunca más se volverían a ver y la arrinconaban
entonces con preguntas y deseos de condenado. «Por favor, asegúrame que vivirá, que tendrá
un buen hogar», insistían las madres, presas de la desesperación entre los llantos de
sus hijos. «Ella también era madre y sentía ese dolor tan profundo como si fuese suyo, de
hecho todavía lo siente y sufre con esos recuerdos», afirma Anna Mieszkwoska.
Pero, ¿qué impulsaba a una joven madre como Irena a arriesgarse de esa manera? ¿Por qué
lo hacía? «Se lo he preguntado cientos de veces. Ella simplemente lo hacía porque tiene un
corazón inmenso, no hay nada más», explica su biógrafa, quien asegura que ni siquiera
existían motivaciones políticas o religiosas.
Una vez fuera del horror, era necesario elaborar documentos falsos para los niños,
darles nombres católicos y trasladarlos a un lugar seguro, normalmente monasterios
y conventos, donde los religiosos siempre tenían las puertas abiertas para los niños del Gueto.
Irena apuntaba entonces en pedazos de papel las verdaderas identidades de los pequeños y sus
nuevas ubicaciones, y luego enterraba las notas dentro de botes y frascos de conserva bajo un
gran manzano en el jardín de su vecino, frente a los barracones de los soldados alemanes.
Allí aguardó, sin que nadie lo sospechase, el pasado de los 2.500 niños de
Gueto hasta que los nazis se marcharon.
Ni siquiera las torturas de la Gestapo lograron que revelase jamás el lugar en el que estaban ocultos
ni las personas que colaboraban con ella. Tampoco los meses que pasó en la terrorífica prisión de
Pawlak, bajo el atento cuidado de los carceleros alemanes, quebraron su silencio. No dijo ni una
palabra cuando la condenaron a muerte, una sentencia que nunca se cumplió porque, camino del l
ugar de ejecución, el soldado la dejó escapar. La resistencia le había sobornado. No podían permitir
que Irena muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Así fue como pasó a la clandestinidad
y, aunque oficialmente figuraba como ejecutada, en realidad permaneció escondida hasta el final de
la guerra participando activamente en la resistencia.
Con el final del conflicto se desenterraron los 2.500 botes escondidos bajo el manzano, y los 2.500
niños rescatados del gueto recuperaron sus identidades olvidadas. La gran mayoría había perdido a
sus padres, así que muchos fueron enviados con otros familiares o se quedaron con familias polacas,
pero todos conservaron a lo largo de su vida un agradecimiento infinito a Irena Sendler. Tras los
nazis llegó el comunismo y la aventura de Irena quedó olvidada entre las nuevas doctrinas. Ella, que
ya tenía dos hijos, volvió a ser trabajadora social y a su vida tranquila, sólo truncada por las pintadas,
en la puerta de su apartamento, en las que le acusaban con necedad de ser «amiga de los judíos»
o la llamaban la «madre de judíos».
Ella callaba y nunca contaba nada de su pasado «por una mezcla de modestia y de temor a que le
pudiera acarrear algún problema, comenta su hija, Janina, quien asegura que aún hoy mantiene
secretos y vive como si estuviese en medio de una oscura conspiración.
Cuando en 1999 los estudiantes de Kansas se toparon con su historia, se quedaron estupefactos.
Estaban frente a una auténtica heroína prácticamente desconocida, así que decidieron escribir u
na obra de teatro sobre ella.
Se escenificó en iglesias y salones sociales de la comarca, asombrando y emocionando a todos
los que tuvieron la oportunidad de verla. Uno de estos asistentes fue un profesor judío quien,
impresionado, ayudó a los escolares a cumplir su deseo: ir a verla a Varsovia y agradecerle
lo que había hecho por la Humanidad. Les dio un cheque de 7.000 dólares y les hizo una
petición: «Contadme todo con pelos y señales a vuestra vuelta».
A partir de ese momento los reconocimientos y las visitas fueron aumentando considerablemente.
La llegada de periodistas extranjeros, los cumplidos oficiales, agradecimientos de todo el mundo,
las visitas desde Hollywood y, finalmente, la nominación para el premio Nobel, propuesta hace
unos meses por el presidente polaco Lech Kaczynski con el apoyo de la Organización de
Supervivientes del Holocausto.
Mientras, todos se preguntan cómo es posible que esta historia haya permanecido tantos años en
el olvido y oculta, pese a las veces que se ha tratado el tema del Holocausto y de las personas
que lo protagonizaron. Incluso sus amigas le recriminaban que nunca les contara nada sobre su
heroísmo y sus azañas de juventud. Sin embargo, ella sigue sonriendo en su silla de ruedas y
enfadándose cuando alguien se atreve a decir que es una heroína. Porque Irena Sendler no es
una heroína, sólo se limitó a cumplir con su deber.
«La madre de los niños del Holocausto» (Editorial Muza), de Anna Mieszkwoska.
(No está traducido al español). www.muza.com.pl
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viernes, 29 de marzo de 2013
El hombre que negó su saludo a Hitler y se cruzó de brazos
Este es el relato de otro de esos pequeños actos heroicos y anónimos y cuya fotografía pasó prácticamente desapercibida desde 1936. Sin embargo ocho décadas después, y gracias a Internet, la foto ha dado la vuelta al mundo, convirtiéndose en todo un icono y ejemplo para las nuevas generaciones que luchan contra el abuso y la injusticia.
El protagonista, August Landmesser pasará a la Historia por aparecer en una fotografía en la que sale con los brazos cruzados en un acto en el que estaba presente el mismo Adolf Hitler.
Paginación
Fuente: Alfred López (Yahoo noticias)
martes, 17 de enero de 2012
El sueño de Miguel
¿Quién fue Miguel Onofri?
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Miguel Onofri |
El típico gordito bonachón y querible. Muy lúcido e inteligente pero terriblemente vago para estudiar. Recuerdo que venía a clases siempre tarde, tomaba muy pocos apuntes pero estaba totalmente actualizado de todo el acontecer nacional.
Cada vez que teníamos algún final, se acercaba al “grupo de estudiosos” como él mismo los denominaba y como quien no quiere la cosa preguntaba “¿qué tema prepararon? para luego excusarse de no haber profundizado lo suficiente.
Entonces dada su eterna simpatía, comenzábamos a relatarle nuestros temas. Lo increíble y admirable era que luego, hasta se sacaba mejores notas que nosotras por su gran capacidad de retención y oralidad.
Sin duda, Dios lo había dotado con una gran capacidad de persuación, talento que siempre lo acompañó para sus emprendimientos personales.
Dos años después, le perdí el rastro, aunque esporádicamente me llegaba alguna noticia de sus andanzas en El Patagónico o alguna movida popular.
En el 2004 me entero que Miguel había tenido un grave accidente en la Ruta que lo dejó cuadriplégico y con pronóstico reservado.
Luego…la nada. No supimos más de él hasta que de golpe su nombre se popularizó en los medios de comunicación gracias a su lucha: la integración y la igualdad para personas con capacidades diferentes.
Miguel Onofri había despertado y tenía un sueño: poder concretar una ciudad amigable para las personas con capacidades reducidas.
Para lograr su concientización, ante los típicos refutadores de leyendas… planificó, gestionó y creó “Compromiso Accesible”.
Este emprendimiento que tuvo y tiene dimensiones extraordinarias en lo material y pura pasión y compromiso en lo humano, tiene un objetivo inamovible: derribar barreras arquitectónicas.
Hoy, un día después de tu muerte, me pregunto con lágrimas en los ojos ¿a cuántos refutadores de leyenda tuviste que enfrentar, solo, con tu sueño y en una silla de ruedas?…
Rastreando tus huellas encuentro una entrevista en donde decías “Yo pienso que con cada barrera arquitectónica que rompa, estoy rompiendo un poquito la indiferencia que tiene la gente hacia los que están como estamos nosotros”. Ese fue su camino ante la difícil prueba que le puso el destino
Miguel fue conocido en la ciudad por su trabajo periodístico, pero se convirtió en una persona pública al encabezar la campaña “Compromiso Accesible” que participó de la edición 2010 del programa televisivo “Bailando por un sueño”, de Marcelo Tinelli.
Asi fue como Comodoro Rivadavia llegó a las pantallas del 13 con el deseo de conseguir financiamiento para la construcción de una PLAZA INTEGRADORA.
Antes ya había impulsado una campaña de integración en el Comodoro Rock, logrando que las personas que padecían diferentes discapacidades pudieran ingresar al concierto sin cargo y con un acompañante.
Por la riqueza de su esencia, y porque él mismo la escribió, transcribo su propia CARTA ABIERTA donde explica cómo nace su sueño.
Carta abierta de Miguel Onofri – fecha 30/03/2010
“Puedo contar lo que me pasó pero no les serviría de mucho para saber lo que siento.
Puedo contar que decían que no iba a salir de un respirador, que tardé 144 días en ejercitar mis pulmones y tener el aire suficiente para hacerme entender con mis palabras. Que para lograr sentarme tuve cientos de desmayos. Que pasé miles de horas mirando sólo techos blancos con luces siempre prendidas. Que sólo muevo la cara, el cuello y la lengua de manera voluntaria. Que dependo de alguien que vacíe mi vejiga.
Puedo contarles otro montón de situaciones más que hacen a la realidad objetiva de esta nueva vida que tengo. Pero nada de esto expresa lo que siento.
Cuando logré desplazarme en una silla, la familia y los amigos, hicieron que ganara la calle. Hice radio, entrevistas, producciones periodísticas, salidas de esparcimiento, reencontré cómplices de aventuras y muchas cosas más. Recién ahí me sentí vivo.
Salir y sentirme útil me devolvieron las ganas y va a hacer lo mismo con un montón de gente que se condena al encierro y la pasividad como parte de su discapacidad.
Las barreras arquitectónicas contribuyen a que esto ocurra. Por eso quiero que entre todos empecemos a derribarlas.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Homenaje a mi padre
Hermán Sáez a los 70 años |
Mi padre nació un 11 de octubre de 1937 y falleció el 08 de agosto de 2010 en la ciudad de Buenos Aires.
El miercoles 21 de julio, sufrió un aneurisma de ahorta. Fue operado por primera vez el 22 de julio y sobrevivió a una intervención de 7 hs. El 29 de julio fue intervenido por segunda vez para una "limpieza quirúrgica", ya que se sospechaba que una bacteria había entrado a su organismo. Diescisiete días más tarde, una mediastinitis estaba causando estragos en sus órganos internos. Habían empezado a hacerle diálisis ya que su riñón no funcionaba. Sin embargo"El sobreviviente" lo llamaban en el Sanatorio. Nadie se explicaba cómo sobrevivió al vuelo, a la operación, a la infección y seguía vivo.
Mi padre fue un héroe hasta el último momento de su vida. Jamás bajó los brazos. Fue un luchador nato.
Fue impecable como padre y un buen compañero de mi madre.
Nos dejó un legado de honestidad, solidaridad, lucha, esfuerzo y trabajo pero sobre todo AMOR a la familia.
Fue un sobreviviente en este mundo, pero tengo la certeza que transitó el camino que le tocó vivir con honores, como sólo los valientes y puros de corazón pueden hacerlo. Su don de gente, nunca será olvidado por quienes tuvimos la suerte de conocerlo.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Francisco Pujana, un vasco americano

El vasco es un hombre de palabra
Don “Paquito” es el seudónimo con el que se reconoce a don Francisco Pujana Asenjo tanto en
Don “Paquito” es profundamente humanitario, noble, de mentalidad abierta, muy solidario y poseedor de una gran dosis de sensibilidad social. Fue presidente de
Tiene estatura media, ojos verdes y mirada inquisidora, casi desafiante. Opina sobre todos los temas que se le presentan, políticos, históricos o geográficos.
Reconoce haber emigrado de su país por el denominado “sistema de llamadas” ya que un primo suyo lo incentivó a venirse a
A pesar de la profunda calidez que irradia con su presencia, también ha sido una persona controvertida por su amplitud de criterios y la firmeza de sus decisiones. En el año 1978 fue designado por la colectividad española como el nuevo Vicecónsul de España en la ciudad de Comodoro Rivadavia. Cargo que honró con prestancia, dedicación y trabajo desinteresado durante 20 años.
“Soy español. Soy vasco, pero soy español - afirma – y fue un orgullo para mi haber sido elegido Vicecónsul de España, aún cuando ni siquiera estaba propuesto para ese cargo. ¡Porque me eligieron a mi!… que soy vasco. ¡Cómo no voy a estar satisfecho por eso!”
Moderado y progresista, don Francisco aclara con convicción que “la mujer debe estar al lado del hombre, no un paso atrás” y que “no me gusta establecer diferencias entre vascos y españoles porque no quiero entrar en el juego de competencia”.
Una vez establecido en Comodoro Rivadavia y trabajando en Petroquímica, Paquito envió por su novia Avelina Olarte. Se casaron por poder el 30 de diciembre de 1953 en Victoria, el pueblo de Avelina y de esa unión nacieron sus tres hijos: Ignacio, Alfredo y María del Carmen
- ¿Porqué se acercó al Centro Vasco?
Vosotros sabéis que cuando uno va a otro país, en el caso nuestro y el de todos los emigrantes, uno trata de juntarse con sus connacionales. Yo trabajaba en Km 8, en el “Campamento de los locos”, y empecé a venir al pueblo un poco más seguido. Ahí me relacioné con el centro vasco que en aquel entonces hacía las fiestas en la calle España. (Año 1954)
- ¿Y que sintió en ese momento?
Bueno uno siempre se siente mas acompañado porque están los coterraneos. Aunque ya no sabían hablar vasco. Yo sí sabía, ahora se muy poco. Porque lo que no practicas se te va.
Don Francisco dice recordar muy poco de “euskera” y aclara que esta situación es producto de la falta de práctica pero también de su origen pueblerino. “En España quienes provenían de zonas rurales lo hablaban a la perfección. Pero por ejemplo había diferencia entre mi primo y yo. Él era de caserío y yo de pueblo, en su casa se hablaba todo en vasco. Les costaba más aprender en la escuela porque Franco había prohibido hablar en vasco. Los primeros años Franco fue un dictador malísimo. Mi esposa es de Victoria y ella no sabe ni una sola palabra en vasco, porque Victoria está más metida dentro de España.”
-¿Después de la muerte de Franco comenzaron a retomar sus costumbres?
Si, pero no de inmediato. Franco estuvo 40 años en el gobierno, hasta 1975. En ese tiempo no dejaban hablar vasco y tampoco poner nombres vascos, ni leer libros de historia. Ahora se habla más vasco que en aquellos años, se han puesto las “icástolas” que son escuelas que enseñan vasco y además para ocupar cargos públicos, tienen preferencia los que saben hablar vasco.
- Cuales son las características de un vasco para ud.?
Para mi, una de las más importantes es que el vasco es un hombre de palabra. Si da su palabra, la cumple. Con mi señora hemos estado en el Senguerr y veíamos un alambrado derecho, derecho ¿y sabes quien lo hizo? El vasco tal…nos decían. Un simple alambrador, pero cumplidor. ¡Eso es lindo! Saber que a los vascos se le reconoce como gente cumplidora.
Algo que destaque de su actuación en el Centro Vasco?
Yo creo que a nosotros los vascos siempre nos ha gustado agruparnos y a mi dentro de eso me ha gustado colaborar un poco mas que ser socio nada más. Así que desde que me integré, asistí a todas las reuniones y colaboré de muchas formas. Fui presidente durante dos períodos en la década del 70.
El primer conjunto de baile
“En los años 60 junto a mi esposa iniciamos el conjunto de baile. Yo enseñaba lo poco que sabía de bailes y ella cosió todos los trajes”.
Ambos recuerdan esa época no tan lejana en años, pero sí en añoranzas, cuando juntos recorrían en su vieja camioneta, las polvorietas calles de Comodoro reclutando chicas para llevarlas a las Romerías o para enseñarles a bailar las danzas típicas. Enseñarles a bailar era para ellos una forma de legarles -de alguna manera- la cultura de aquel país tan distante que un día decidieron abandonar buscando mejores oportunidades.
- ¿Era mucha la comunidad vasca en esa época?
No, no éramos muchos. Pero siempre para las cenas en memoria de San Ignacio de Loyola, juntábamos 200 o 300 personas. Hemos tenido mucha simpatía de la gente porque los bailes son muy vistosos.
“Los vascos no festejamos el día de la independencia porque siempre hemos sido independientes” afirma contundente Paquito demostrando que es vasca la sangre que corre por sus venas. Su verdad no admite cuestionamientos ni dudas.
Don Francisco habla, sin lugar a dudas, de la “Euskal Herria”, el antiguo territorio vasco conformado por las 7 herrialdek (provincias). Los vascos han sido, por siglos, el pueblo-nación más antiguo de Europa. Una Nación sin Estado propio, basada en un idioma y limitada, no por límites político-geográficos, sino por su propia cultura. No es en vano que su nombre histórico sea “Euskal Herria” que significa “Pueblo de la lengua vasca”. (Científicamente se afirma que el pueblo vasco lleva al menos 18.000 años viviendo ininterrumpidamente en el territorio de Euskal Herria y que su idioma, el euskera, es la única lengua pre-indoeuropea de Europa).
Sin embargo, a partir de la abolición de los fueros con
“¡Este es mi hijo Americano!”
Destino o decisiones claves en el momento indicado hicieron que Don Francisco Pujana Asenjo, aún teniendo un buen trabajo en su pueblo natal, abandonara su país para intentar mejor suerte en Argentina.
“Regresé tres veces a España y en una oportunidad yo quise ir comprar y mi madre no quería que yo fuera ¡¿cómo vas a venir vos a la plaza?! - decía horrorizada. Es que allá no se acostumbraba.
-¡Yo te acompaño! Protestaba yo, y entonces iba con ella…Y ella se daba el gusto conmigo
-“Es mi hijo- decía- ¡Mi hijo americano!”
Con emoción, y con ternura recuerda el orgullo de su madre al presentarlo como su “hijo americano”. Y en cierta forma, el tiempo le dio la razón a su madre. Don Francisco Pujana reside en Argentina desde hace cincuenta años.
“Tengo un certificado que dice que
Su espíritu emprendedor, su mirada amena y su figura calma no desentonan con el hombre trabajador que ha sabido poner el hombro al país que le dio cobijo cuando aún era un joven impetuoso y aventurero. Su carácter afable y sincero ha sido ejemplo de integración y adaptabilidad, de contención al desarraigo, pero sobre todo ayuda mutua y humanitaria sin distinción de bandera.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Los números de la miseria
Andrajosos y harapientos. Como personajes sacados de un cuento de terror, miseria y espanto, deambulan por el basural con ojos escudriñadores, revisando una y otra vez centímetro a centímetro la superficie henchida de desechos. Son los marginales, los pobres estructurales, los que no ingresarán jamás al sistema de consumo. Sus cuerpos, acostumbrados a buscar tesoros ocultos, han adquirido ya una mala postura, les cuesta mantenerse erguidos.
Parecen ausentes... inmutables. Inmunes al olor nauseabundo que el mar no ha podido barrer con su impregnante y continua brisa.
Son los anfitriones del lugar. Una familia compuesta por un padre, una madre, una hija de 14 años, otra de 12, el nene de 9 años y la benjamina del "hogar" de sólo 5 añitos.
"Hace 8 meses que vivimos acá" , dice María, señalando un rancho ubicado a pocos metros de la entrada. En efecto, un par de chapas agazapadas y algunas maderas de deshecho conforman una guarida que no alcanza a sobresalir el metro y medio de la superficie.
Han finalizado por hoy su labor diaria, dejando a la entrada de "su casa" las bolsas que minutos antes cargaban sobre sus espaldas. Las cuento, efectivamente hay 6.
"Todos trabajamos" -dicen con orgullo.
"A esta hora (las 7 pm.) igual se encuentran cosas útiles. Aunque si venís en la mañana vas a ver mucha gente que recorre el basural. Ahora sólo estamos nosotros. Los que vivimos acá" .
María me tiende la mano y me ofrece una tierna sonrisa. La tomo y le agradezco su gentileza con otra. Está rodeada por sus hijos ahora. Me he convertido en el centro de sus atenciones. El padre -con un poco más de distancia- mira a su esposa y con un movimiento de cabeza la autoriza a hablar.
"Hace 8 meses que vivimos acá -retoma- pero 5 años que tenemos aquel ranchito, ese que está al otro lado del zanjón, fuera de la cerca. Es que antes no "trabajabamos" acá. Pero cuando no hay trabajo afuera, venimos y trabajamos de esto. Al principio no me gustaba, pero ahora me acostumbré."
El trabajo que María menciona con tanta dignidad, consiste en el rejunte de cartones y botellas básicamente, aunque también suelen recolectar caños, cables y materiales de cobre.
Comodoro Rivadavia es una ciudad que creció entorno al petróleo, al cerro Chenque y a los inmigrantes. Ha sufrido varias crisis económicas desde su formación. Pero las del año 98 y las del 92 fueron las que más la sacudieron.
Con la privatización de YPF se produjo un gran éxodo de población. Muchas familias que habían llegado del norte en busca de trabajo regresaron a sus tierras de origen.
Durante la crisis del petróleo, producida por la baja internacional del crudo en el año 98, se produjo la segunda gran deserción poblacional ya que también varias familias emigraron por falta de trabajo a otras zonas del país.
Sin embargo, a pesar de todo, Comodoro Rivadavia tiene una población de aproximadamente 149.000 habitantes. De los cuales, según datos del Departamento de Estadísticas de la Provincia, más de 35.800 personas "viven" con necesidades básicas insatisfechas.
De esta alarmante estadística se desglosa que la ciudad afronta hoy una elevada tasa de desocupación. El 13 % de la población económicamente activa no tiene trabajo. Y el 24 % vive en la indigencia.
Según informó al Consejo de Representantes, el Secretario de Bienestar Social, "se necesitaría un presupuesto de 4 millones por año para ayudar a la gran masa de carenciados".
Fríos resultan los números y abstractas las estadísticas, pero más frío, he incomparable, resulta vivir en condiciones infrahumanas como las que padecen en carne propia los habitantes del basural.
Son las 6 am de un día lunes, y ya se ven venir por doquier, entre las mesetas que rodean este campo nauseabundo -cercado más por la miseria que por el alambrado que lo delimita- el ejercito de marginales. Avanzan con paso rápido y seguro, sorteando los coirones y matorrales que se interponen en su camino. Algunos vienen solos, otros con sus hijos pequeños.
Muchos de los padres traen montado en sus hombros a los más chicos, mientras las madres vienen a la par de sus hombres con los niños más grandecitos de la mano.
Se apresuran. Tienen que llegar antes del Camión de La Anónima... Antes que otros.
Se acercan los hombres, las gaviotas se alejan por unas horas del territorio...
La brisa marina se conjuga con el amanecer gris del día otoñal. Rostros duros, narices rojas.
El frío cala los huesos, pero ellos parecen no sentirlo... sólo esperan la llegada del camión que les traerá alimentos.
Mientras espera junto a su madre, Germán de 9 años, juega con la parte superior de un robot verde. Era el mismo que tenía entre sus manos ayer domingo.
"mi hijo va a ser mecánico -dice la madre- siempre junta cosas así con cables y ruedas. Por ahí trata de arreglarlas" - lo mira y sonríe.
El niño ya no escucha. Arrodillado en el suelo fabula darle vida al semi robot. Nunca vio uno completo, pero intuye su andar y rápido movimiento de cintura para disparar. Lo monta sobre un par de piernas de muñeca rota y trata de hacerlo caminar mientras con su boca hace onomatopeyas sonoras que intentan darle vida al juguete.
Sus hermanas ríen. Es el mimado. Es el único varón de la familia.
Carlos tiene 68 años, cabello blanco y piel morena. Usa anteojos. Es el jefe de familia "acá vienen muchos hombres grandes como yo...¿y qué van a ser?...a esta edad nadie nos da trabajo porque somos viejos, así que en estos 2 o 3 años hay muchos como yo que vienen a buscar comida " comenta mientras esperamos que aparezca "el camión salvador" .
María dice estar preocupada por la seguridad de sus niños. "cuando llegue el camión vas a ver que los chicos grandecitos y los más chiquitos corren tras el camión para subirse arriba y estar más cerca cuando descarga.
Eso es peligroso porque en el verano un chico murió atropellado por las ruedas del camión. Estuvo como tres horas tirado ahí"- dice señalando un lugar en la tierra.
"Tres madres de familia nos acercamos para estar con él. Yo le toqué la carita...al amigo no lo vimos más por acá, capaz se lo llevó la Municipalidad, no se.." dice resignada. "¡y que le va a hacer!. Yo tampoco puedo decirles a ellos que no corran detrás del camión porque ellos también desean comer alguna fruta, o pan, o un pedazo de carne. Yo no puedo privarles.... pero me da miedo que tengan un accidente " comenta María.
El triste accidente, que María traía al presente para decirme que temía por la seguridad de sus hijos había ocurrido la madrugada del 22 de febrero, en oportunidad en que el vehículo de la firma Clear descargaba residuos orgánicos del supermercado La Anónima.
Fue así como murió Ceferino Andrés Oyarzún. Indudablemente, su vida era más dura que la mayoría de los adolescentes de su edad. El tenía que buscar restos de alimentos para poder comer. "Con tan sólo 14 años de edad, estaba obligado a cargar con la injusticia de una sociedad enferma, levantando sobras para poder vivir." Había publicado el diario Crónica cuando cubrió la nota.
Sobre mi rostro entumecido por la brisa marina se deslizan pequeñas gotas de rocío matinal. María me había advertido el día anterior que aproximadamente 300 personas venían todos los días al basural.
Tal vez sea así... empiezo a contar en forma mental, llego al 120 y me pierdo en la cuenta. Me quedan muchos más, pero no puedo seguir porque no están quietos, caminan, se desplazan en círculo revolviendo una y otra vez los montículos de desechos del día anterior.
Carlos me cuenta que hace aproximadamente un mes vinieron de la municipalidad las asistentes sociales. "yo les pedí un terrenito en el Estella Marys" me dice.
El barrio Estella Marys está ubicado en el extremo sur este de la ciudad. Vive mucha gente pobre allí: jornaleros, gente que trabaja en la construcción y desocupados.
"mis hijos nunca fueron a la escuela y yo quiero que estudien. Que sean otra cosa" afirma Carlos mirando a sus hijos.
Mariela entorna sus ojos, a pesar de sus 12 años es pequeña y parece de 9. Tiene mirada pícara y ojos profundamente negros.
¿Qué te gustaría ser cuando seas grande? - le pregunto.
Ser maestra - me contesta sin dudar.
¿Por qué? -insisto.
Para conocer todo lo que ahora no conozco -contesta.
Siento en mi interior que el rocío pesa mucho más en mis ojos que el más intenso de los temporales. El camión llegó y los anfitriones del lugar ya no están conmigo. Los observo de lejos...están mezclados con otros. Casi no se pueden distinguir entre la muchedumbre. Noto que se empujan, protestan y se miran enojados unos con otros marcando así su presencia.
A lo lejos, se escucha el ruido de un motor. Otro camión se aproxima. Mientras tanto en el cielo, revolotean las gaviotas....
"La Globalización aumentó la brecha entre ricos y pobres" afirmó Henry Kissinger, uno de los diplomáticos más influyentes de este siglo en una entrevista donde analizó los efectos de la globalización en la Argentina y en el mundo.
"El gran desafío -en Argentina- es que toda la población comparta los beneficios que la elite obtuvo con la globalización. Los indicadores pueden ser muy buenos pero al mismo tiempo la situación social de población es negativa" .
En otro plano de análisis, Robert Castel, sociólogo francés, describe en su libro "Les metamorphoses de la question sociale" (1995) las diferencias entre pobreza y marginalidad. "Quien no está fijado a su tarea, generalmente circula, se desplaza, erra en busca de una oportunidad, o se fija de una manera más o menos provisoria a espacios urbanos más degradados.
La condición del marginal "difiere de aquella del pobre que vive en el lugar, en su lugar. Marginalidad no es pobreza. En la mayor parte de los casos, el pobre está integrado. Su existencia no plantea problemas, él es parte del orden del mundo, en cambio el marginal es un extraño, un extranjero."